
Por fin creo que puedo decir que "soy del barrio," después de 3 mudanzas en un recorrido de 6 manzanas. Ahora cuando me preguntan "¿de dónde eres?" me oigo contestar "Lavapiés" sin pensar. Hasta me han hecho uno de esos cortes de pelo de "modernilla" ("mullet" en inglés), escandoloso...
El otro día, volviendo a mi nueva casita en la Calle Lavapiés, me encontré un sillón "nuevo" en la acera, y no dudé ni un minuto en cogerlo. Ya se sabe, si dejas algo como un mueble o electrodoméstico o incluso una prenda de ropa en la calle en este barrio, no dura ni 5 minutos antes de desaparecer con su nuevo dueño... es lo que llamamos "reciclar".

En los pocos segundos que me quedé mirando el sillón con cara perpleja, intentando averiguar la mejor forma de llevar un mueble que pesaba dos veces mi propio peso, me pasó un señor mayor que a menudo pasea por el barrio en sus zapatillas de casa, hablando con los borrachos en la plaza. Miró el sillón con curiosidad y dijo, "Eh nena, que eso no lo puedes llevar tú solita! Seguro que está lleno de polvo y mierda de la calle, encima. ¿Seguro que lo quieres?" Me di cuenta en ese instante de que si no me lo llevaba ya, se habrían caducado sus 5 minutos de vida callejera...
Reuní todas mis fuerzas, y me subí el sillón encima de la cabeza. Me sorprendió lo poco que me costaba equilibrarlo con todo el peso en la cabeza, pero por algo será que las mujeres del mundo llevaban toda la vida cargando cosas en la cabeza.

Lo mejor fue al llevar el sillón encima de la cabeza por las calles del barrio, aunque sólo podía ver dos-tercios de cada persona (la parte inferior), me di cuenta de que reconocía algunos de los personajes del barrio por sus pies. Volví a pasar el viejo de las zapatillas de casa, animandome "¡Que fuerza tiene la niña!"; las botas Doc Martin de la vagabunda que construía su casa de carton todas las noches al lado de la mesa de pin-pon en la plaza, solo para recogerla todas las mañanas a primera hora; los mocasines azules del dueño pakistani del "chino" en la Calle Sombrerete; las Adidas de los 70s de los Africanos que siempre me gritaban "¡GUAPA!" mientras jugaban al fútbol en medio de la calle (aunque esta vez no me dijeron nada, seguramente porque no podían verme la cara).
Sí, por fin puedo decir que soy del barrio. Después de subir el sillón las 4 plantas sin ascensor a mi nuevo apartamentito, lo dejé caer en el suelo, me caí encima de él, y exhalé satisfecha, mirando los tejados rojos del barrio desde la corrala...
2 comentarios:
Me encanta, me encanta, me encanta!!!! La historia, cómo la has contado, y las fotos! Sobre todo la del tejado. Sigue escribiendo para que yo pueda seguir disfrutando de leerte!
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